El cuerpo solo uno, el alma... muchas, divagando, recorriendo el mundo atraída hacia los faros en la noche, llevada por las corrientes frías de aire hacia el mar, descansando en los panteones a veces escuchando tímidos murmullos de aquellos a los que ya nadie oye, desvaneciéndose en los amaneceres, y regresando de nuevo al cuerpo, solo uno, un solo cuerpo.

domingo, 12 de febrero de 2012

Un olor amaderado, una tarde fresca, con sombreros de cuero y el sonido no pretencioso de una guitarra. en medio de la vista panorámica de pastizales, dos tipos en sus vinos, mas la propia embriaguez que este surreal ambiente entre marrón, amarillo del fuego en medio y azul oscuro del cielo trae, ríen y comparten librados un poco de su tosquedad, y envueltos mas por este material viscoso del universo, ese que nos hace abrir los brazos de plenitud cuando nos rodea, que nos hace sonreír a los astros, que nos hace actuar con menos rudeza y mas timidez y sorpresa, que nos vuelve desprevenidos y móviles a la naturaleza, sensibles, quietos y frágiles.
y a la vez llenos de rudeza, aliento y fuerza propios de una vida de trabajo, en este momento de reposo tan en silencio pero tan expectante, como si la vida misma se hubiera confabulado, y hubiese sido, sólo con el fin de esta grandiosa noche, solo para disfrutar de aquellos suspiros de vida tan faltantes, que ahora el universo les regalaba a bocanadas...

Cristian Idárraga

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